La Semana Santa de Linares
despierta en el barrio de "Cantarranas"
barrio minero y cofrade,
estudiante y de amalgama
El Señor entra en Jerusalén,
su madre le acompaña
alegre y en paz, a lo lejos
por mujeres es portada
en un mundo de hombres
en el que no siempre respetadas
La tarde llega,
y Jesús cena con su familia,
salen de un sueño catedralicio
que añoran los que sueñan
que Linares pudo haber sido
y en los sueños podría ser
Verde lunes de olivo milenario,
en un huerto oró el Señor
y con temor fue tentado
por el miedo que a los hombres
nos reduce al vil pecado.
La gracia le fue otorgada
por valiente y osado
ante el poder opresor
de un pueblo tirano.
Su madre le sigue,
junto a Lolo, el "beato"
con un sabor antiguo
del que fue sentenciado
y del terror y la sinrazón
librado
Jesús, humilde,
Jesús amado
no me dejes cuando me sienta abandonado
dame Salud para mi y los míos
dásela a los pobres y desamparados.
Cuando caiga la noche
y visites los sagrarios,
acuérdate de los ya no están,
perdónales sus pecados
ten misericordia de nosotros
aunque por pecadores,
no la merezcamos.
Volver la vista a "Cantarranas"
para ver de nuevo a la mujer costalera,
que es consolada como la madre,
que ha perdido a su hijo,
muerto de forma injusta.
Es miércoles santo,
pero el Señor ya ha muerto.
Recorre un Via-Crucis
de juventud y recogimiento,
en el que una multitud de cruces
marcan el camino entre sombras,
y luces.
En el jueves santo de Linares
el Señor es prendido, humillado y azotado,
como al peor de los criminales
tratado con mofa y ultrajado,
frente a un asesino y una mentira
no preferido, no rescatado,
por 30 monedas de plata,
vilmente traicionado
Por miedo y desesperanza, 3 veces negado
en la plaza del Ayuntamiento, a muerte sentenciado.
Presente, entre la multitud,
su Santa Madre del Rosario,
porla calle de la Amargura
ella siempre a su lado.
Dolores de madre que sufre,
consolada por el discípulo amado,
en una noche sin fin
hacia la madrugada y el ocaso.
En la tiniebla suenan sones,
que anuncian un camino,
del que ya no se regresa
cuando se alcanza el fatal destino.
El Señor bendice a sus hijos,
presente, su Madre con gran dolor
y su hermano, que no comprende
cómo tanta bondad y amor
son así castigados.
Cae la noche,
los rezos se vuelven lamentos
y los lamentos, música y "quejío"
hacia un amanecer que no llega
y que nadie quiere que llegue.
Cristo está en la cruz,
se inicia la ceremonia,
resignada una madre espera
una muerte anunciada.
Con Esperanza y Angustia,
en Soledad y con Pena,
a lo lejos suena la oración
de una banda de cabecera,
que anuncia que el final,
está cerca.
Muere Dios entre ladrones,
como el más humilde de los hombres
en un calvario rojo
y en un mar de claveles.
Ya se llevan su cuerpo
y tambores roncos lo anuncian
desde tiempos inmemoriales,
las crónicas así lo cuentan.
La calle del "Pontón"
escenifica la escena
cuanto más numerosa la comitiva
más sola deja a una mujer
y cuanto más se acerca al sepulcro
menos consuelo deja.
Pasan los días,
el recuerdo aún perdura,
recuerdos de la niñez de un hijo
que una madre anhela entre Amargura,
pero el Señor resucita en Santa Bárbara
y la derrota torna en Victoria
dos romanos que asustados huyen
así lo narra la historia.
He dicho.
despierta en el barrio de "Cantarranas"
barrio minero y cofrade,
estudiante y de amalgama
El Señor entra en Jerusalén,
su madre le acompaña
alegre y en paz, a lo lejos
por mujeres es portada
en un mundo de hombres
en el que no siempre respetadas
La tarde llega,
y Jesús cena con su familia,
salen de un sueño catedralicio
que añoran los que sueñan
que Linares pudo haber sido
y en los sueños podría ser
Verde lunes de olivo milenario,
en un huerto oró el Señor
y con temor fue tentado
por el miedo que a los hombres
nos reduce al vil pecado.
La gracia le fue otorgada
por valiente y osado
ante el poder opresor
de un pueblo tirano.
Su madre le sigue,
junto a Lolo, el "beato"
con un sabor antiguo
del que fue sentenciado
y del terror y la sinrazón
librado
Jesús, humilde,
Jesús amado
no me dejes cuando me sienta abandonado
dame Salud para mi y los míos
dásela a los pobres y desamparados.
Cuando caiga la noche
y visites los sagrarios,
acuérdate de los ya no están,
perdónales sus pecados
ten misericordia de nosotros
aunque por pecadores,
no la merezcamos.
Volver la vista a "Cantarranas"
para ver de nuevo a la mujer costalera,
que es consolada como la madre,
que ha perdido a su hijo,
muerto de forma injusta.
Es miércoles santo,
pero el Señor ya ha muerto.
Recorre un Via-Crucis
de juventud y recogimiento,
en el que una multitud de cruces
marcan el camino entre sombras,
y luces.
En el jueves santo de Linares
el Señor es prendido, humillado y azotado,
como al peor de los criminales
tratado con mofa y ultrajado,
frente a un asesino y una mentira
no preferido, no rescatado,
por 30 monedas de plata,
vilmente traicionado
Por miedo y desesperanza, 3 veces negado
en la plaza del Ayuntamiento, a muerte sentenciado.
Presente, entre la multitud,
su Santa Madre del Rosario,
porla calle de la Amargura
ella siempre a su lado.
Dolores de madre que sufre,
consolada por el discípulo amado,
en una noche sin fin
hacia la madrugada y el ocaso.
En la tiniebla suenan sones,
que anuncian un camino,
del que ya no se regresa
cuando se alcanza el fatal destino.
El Señor bendice a sus hijos,
presente, su Madre con gran dolor
y su hermano, que no comprende
cómo tanta bondad y amor
son así castigados.
Cae la noche,
los rezos se vuelven lamentos
y los lamentos, música y "quejío"
hacia un amanecer que no llega
y que nadie quiere que llegue.
Cristo está en la cruz,
se inicia la ceremonia,
resignada una madre espera
una muerte anunciada.
Con Esperanza y Angustia,
en Soledad y con Pena,
a lo lejos suena la oración
de una banda de cabecera,
que anuncia que el final,
está cerca.
Muere Dios entre ladrones,
como el más humilde de los hombres
en un calvario rojo
y en un mar de claveles.
Ya se llevan su cuerpo
y tambores roncos lo anuncian
desde tiempos inmemoriales,
las crónicas así lo cuentan.
La calle del "Pontón"
escenifica la escena
cuanto más numerosa la comitiva
más sola deja a una mujer
y cuanto más se acerca al sepulcro
menos consuelo deja.
Pasan los días,
el recuerdo aún perdura,
recuerdos de la niñez de un hijo
que una madre anhela entre Amargura,
pero el Señor resucita en Santa Bárbara
y la derrota torna en Victoria
dos romanos que asustados huyen
así lo narra la historia.
He dicho.